Tumbar o ser tumbado. Bienvenidos al lado salvaje de la pintura.
Perder o ganar, por K.O. técnico o solo por puntos tras el último asalto. Simplemente luchar. Ese y no otro es el ejercicio de la pintura, el conflicto intelectual y físico con uno mismo y contra el mundo, por afirmarse como vencedor o sucumbir a la derrota. Simplemente por ser, estar y dar testimonio de ello.
Pablo Merchante (Sevilla, 1979) reivindica el combate plástico, la pintura urgente, que se hace cómplice del artista a la vez que se revela contra él, una pintura que porta en esa lucha interna lo que la permite reivindicarse en una escena artística en la que los nuevos medios y los procedimientos híbridos parecen querer ser protagonistas. La pintura sin embargo resiste, fiera y desafiante, como un enorme oso que se sabe poderoso en su terreno natural y salvaje.
La obra de Merchante se sitúa así en una línea plenamente actual que desea recuperar la expresividad plástica, la huella del pincel, la firma caligráfica del autor frente a los procesos mas automáticos de la pintura conceptual o los hibridismos de la pintura expandida (de la que también da cuenta en el video-intervención Horizonte salvaje). Hay algo primario en su proceder que nos conecta con el gesto mas básicamente creativo, el de hacer algo con tus propias manos, el del instante en que una forma o gesto sustituye a otro, bien para quedarse o desaparecer bajo el siguiente. La pintura es siempre un ejercicio tan intelectual como manual, tan solemne como infantil, una tragedia y una comedia planteadas como un torrente de acciones y reacciones, y los cuadros de este artista rebosan todo ello.
ANIMAL, como muestra individual, es quizás su mayor conquista y recupera esa pintura de conflicto, en la que espacios intensamente elaborados conviven con otros aparentemente sin acabar, en el que formas concretadas se diluyen en la indefinición a través de una acida y expresiva puesta en escena, que pretende recoger un imaginario sobre la naturaleza salvaje del mundo, encarnado precisamente en esa forma básica de hacer: pigmentos, brocha y trabajo, el grado cero de la creación que regurgita formas tan expresionistas como lisérgicas, y en el que las huellas del proceso permanecen como heridas de batalla. Y sin embargo, a pesar de lo dicho hasta ahora, en Merchante no se hace valida aquella afirmación vanguardista de que el motivo es solo una excusa sobre la que edificar el ejercicio plástico. Muy al contrario, cada situación o escena representados en sus cuadros pretende ser un punto de partida sobre el que detenerse dentro de una narración mas amplia. ANIMAL es una exposición cargada de narrativa, que incluso parece haberse construido narrativamente, en la que cada cuadro arroja luz sobre el siguiente en la búsqueda de expresar un estado primario del mundo, los seres humanos y la propia actividad creadora. Un estado animal de euforia no sujeta al control, y que puede manifestarse en el componente violento de muchas de las obras, pero que encuentra espacio también para el festejo y la celebración, la revolución e incluso el asesinato, como si todo ello procediese de un mismo lugar, un espacio recónditamente interior en el que los seres humanos nos abrazamos a nuestras pulsiones.
La indefinición plástica y narrativa en muchas de las escenas retratadas nos da pistas del discurso que Pablo Merchante intenta edificar, donde la linealidad conceptual cede protagonismo a las sensaciones, fragmentadas y caóticas en ocasiones, donde la celebración es cromática, la revolución se lleva a cabo en el gesto del pincel y la violencia se ejecuta sobre un lienzo en blanco. Idea y sensación enfrentadas en el ring, discutiendo siempre, y siempre violentamente.
ANIMAL es una muestra de instantes, en la que el resultado es tan importante como el camino. Un proceso de hacer, de combatir contra la imagen, en el que el pintor es un activista del lenguaje, alguien encargado de resistir y reiterar la inmediatez de la pintura como generadora de sensaciones, de momentos fugaces en los que la consciencia crítica se hace patente solo a través de la impresión sensitiva, en el que la realidad se hace inteligible a través de una alucinada sacudida de la misma, en el que, definitivamente, la pintura es una forma tan honesta como salvaje de acontecer en el mundo.
David Mayo