El pensador francés Paul Valéry planteó la consideración de la poética como objeto propio de estudio en la creación artística en general.
Esta premisa adopta empaque, si reflexionamos acerca de que las manifestaciones sensibles que dan forma a las ideas mediante la plástica, vienen emparentadas al lenguaje, y conteniendo un bagaje significativo plural, para materializarse y resolverse mediante color, textura, composición y forma.
Pablo Merchante (1982) usa en esta exposición el vínculo entre música y pintura, dos artes que domina y complementa, pues tiene una dilatada formación y experiencia musical, en la que se desarrolló mucho antes de embarcarse en el mundo de la pintura.
Su vasto conocimiento, lo emplea como reflejo fáctico para trascender a un mensaje a través de códigos cifrados de mediación, que se establecen entre la intención del artista, y la preparación o predisposición de su público.
Las formas que plantea Merchante, no son claras ni dejan de serlo. Usa hábilmente la percepción, y manipula los símbolos para extenderse en el número de significantes.
La intuición es aquí un factor clave. Convertir la idea en un himno para expresar implicación en un acto: el de pensar, el de producir, componer o hacer, o también el de crear enteramente, el de inventar -entendido como la definición de poética derivada del griego «poiein», o bien como ejercicio visual de quien contempla-.
Magistralmente, Merchante desglosa ideas abriendo caminos a la capacidad de discernir, y esto lo hace especialmente en sus retratos, obras que no reflejan a nadie concreto, pero que nos dejan entrever a personajes que de algún modo u otro, guardan relación con nuestro imaginario, y que como género, en los que lo son, y en los que no, van más allá de sí mismo para mostrar el universo del pintor de oficio, el pensamiento y la mano.
El compendio de las pinturas que constituyen Goza cuello, cabello no están sujetas a reglas ni guardan intención alguna de pertenecer a clasificaciones o grupúsculos. Su autor actúa, por ende, como un Faetón que tira guiando diacrónicamente el carro de la propia imagen, renovando en contexto,-no en significado- el ut pictura poesis.
La sombra del lenguaje se antoja, en esta muestra, alargada. No busques un hilo tejido, son estímulos espasmódicos los que interpelarán a tu intelecto, pues, por el contrario a lo que Vasili Kandinsky narraba en De lo espiritual en al arte, Merchante sí pretende poner a funcionar la interrelación entre corazón y cerebro, acercándonos de forma empírica a la praxis de ver pintura.